Hay héroes… hay superhéroes… y luego está Hancock. Un gran poder
conlleva una gran responsabilidad. Todo el mundo lo sabe. Todo el mundo,
menos Hancock. Insatisfecho, atormentado, sarcástico e incomprendido,
las acciones heroicas y bienintencionadas de Hancock cumplen su objetivo
y salvan muchas vidas pero siempre provocan unos tremendos
desaguisados. La población ya no puede más, y aunque está agradecida de
tener a su héroe local, los buenos ciudadanos de Los Ángeles se
preguntan qué es lo que han hecho para merecer a este tipo. Hancock no
es alguien al que le importe lo que piense la gente, hasta el día en que
salva la vida de Ray Embrey, alto ejecutivo de una empresa de
relaciones públicas. Es entonces cuando el impopular superhéroe se da
cuenta de que, al fin y al cabo, tiene un lado vulnerable.